El rey cerró con llave el cuarto y se marchó. La pobre hija del molinero, que no sabía convertir
la paja en oro, se quedó allí encerrada sin saber qué hacer. Estaba tan asustada, que se echó a llorar
y en esto se abrió la puerta, entró un enanito y dijo:
la paja en oro, se quedó allí encerrada sin saber qué hacer. Estaba tan asustada, que se echó a llorar
y en esto se abrió la puerta, entró un enanito y dijo:
-Buenas tardes, molinera. ¿Por qué lloras así?
-¡Ay, ay, ay! ¡Tengo que convertir toda esta paja en oro, y no sé!
-¿Qué me das, si me pongo a hilar y convierto la paja en oro?
-¡Ay, ay, ay! ¡Tengo que convertir toda esta paja en oro, y no sé!
-¿Qué me das, si me pongo a hilar y convierto la paja en oro?
(Cuantas respuestas habrán pensado verdaderamente los Hermanitos Grimm al escribir este cuento)
3 comentarios:
Cada vez que veo una ilustración tuya de un texto me quedo sin poder imaginarme cómo podría haberse ilustrado de otra manera.
A
¡Rúmpeles tíjeles! ¡Qué buen nombre para cantar saltando!
Me gusta, vivi, me gusta la paja tan dorada y el vestidito tan rojo. No hace falta escalera :) Para nada.
Hermoso, hermoso, hermoso!!!!
Un placer pasar por acá...
(^v^)
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