18 de diciembre de 2010

se multiplican!






Así es.

Se multiplicaron los sapos y las chicharritas, hoy Penas de amor y de mar” tiene forma de libro.

Sigue resultando un tanto increíble ver y saber que esas imágenes que nacieron en mis pensares, mis idas y vueltas, mis bocetos, mis ansiedades, mis ajustes, mis correcciones, mi exigencias, mis placeres, mis colores, mis disfrutes, mis noches, mis tardes, mis meriendas, hoy son libro. Ese espacio tan personal, tan intimo, tan mío, hoy es libro y anda por ahí.

Hoy es escritor, editor, diseñador, imprentero, librero, padre, niño…en algún estante de librería, en bolsas o en la cama de un chico. Hay un sentir de algo que se pierde, que se cierra, que termina, que hace que esos “mis”se acaben.

Y comienzan caminos, el libro anda sin apuro sin tiempo, silencioso. Y con mucha suerte salta de mano en mano, se hace relato, compañía o juego.


La verdad es que estoy muy contenta con el resultado de este trabajo. Ya compartí parte del proceso, originales. Ahora algunas fotos del libro.

Un cuento de Gustavo Roldán, colección Los caminadores, Ed. Sudamericana.

7 de diciembre de 2010

expender ingeniería


Esta ilustración la hice para la ultima revista pymes del año, en la que colaboro mensualmente. Por cosas de estas épocas virtuales, aún con Verónica Borsani, la diseñadora con la que trabajo, no nos conocemos ni las caras. Lo mejor es que de todas maneras compartimos y cruzamos miradas. En la propia dinámica, desde el pedido hasta el plantado en página la cosa fluye y marcha. Respeto, confianza, puntualidad y un algo más hacen muy cómodo y libre este espacio de trabajo.

Ilustrar implica anclar en el texto, tema, título, pero lo difícil es que la imagen nos guste y no traicionarse. Trato de esquivar mis propios lugares comunes como un podio en donde la expendedora sea la ganadora con coronita de laureles y todo. Asique me doy permiso para jugar a la ingeniería espacial, es algo que pasa en el mismo momento de dibujar, pensar, bocetar, buscar, subir, bajar, ir viendo como dialoga cada peso, cada textura. Me cuelgo pensado en porque cada objeto está ahí y no en otro lugar, en que está pensando cada oficinista, con quien habla la chica del tecito, y a quien espera el señor de la sala de visitas.